Un artículo de Sanitas Mayores

En una sociedad con una esperanza de vida elevada, la aparición de las enfermedades asociadas a la edad es cada vez mayor. Esto se debe a su prevalencia en personas mayores de 65 años y una incidencia aún mayor en mayores de 80 años.

Geriatricarea- Sanitas mayores, prevención y el tratamiento del deterioro cognitivo
Se deben crear estrategias de atención sanitaria para abordar los desafíos propios del envejecimiento

Según el Instituto Nacional de Estadística, en 2022, más de nueve millones de los españoles eran mayores de 65 años, lo que supone un 19,09% de la población y, según predicciones de esta misma fuente, en 2033 este tramo de población supondrá el 25,2% de los españoles. Estos datos subrayan la necesidad de crear estrategias de atención sanitaria para abordar estos desafíos propios del envejecimiento.

En cualquier caso, la aparición de estos escenarios puede prevenirse o retrasarse si se realiza un seguimiento adecuado que permita detectar los síntomas antes de tiempo.

En este contexto, una de las patologías que aparecen con el envejecimiento, y que observamos en mayor medida en las residencias y centros de día, es el deterioro cognitivo. Este implica una disminución en la capacidad de atención, pensamiento, razonamiento y cambios en la memoria. Ante la detección de estos síntomas, es fundamental mantener la calma, tomar conciencia de la posible evolución y evitar la frustración derivada de la patología.

Además, las consecuencias del deterioro cognitivo van más allá de las limitaciones mentales, impactando en la salud física y emocional de la persona afectada pero también de sus familiares. Desde ansiedad y depresión hasta otros síndromes geriátricos como caídas, inmovilidad, incontinencia, además de aumentar el riesgo de infecciones.

Existen diferentes niveles de deterioro cognitivo, desde el Deterioro Cognitivo Leve (DCL), que afecta principalmente a la memoria inmediata, hasta formas más severas que evolucionan hacia demencias como el alzhéimer. Un dato revelador es que, actualmente, más de 55 millones de personas tienen demencia en todo el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

Ante el desafío que representa esta situación, es fundamental implementar estrategias que promuevan el bienestar mental y emocional de las personas mayores. La combinación de actividad física y cerebral, junto con tratamientos de apoyo psicológico o psiquiátrico, se presenta como una opción efectiva para controlar las consecuencias negativas asociadas al deterioro cognitivo.