Se debe adaptar el abordaje de la obesidad como enfermedad crónica de alta prevalencia y establecer protocolos y rutas asistenciales con la implicación de distintos profesionales sanitarios y otros recursos, más allá de la consulta clásica, indican desde el Área de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

Además de afectar directamente la calidad de vida de las personas que la padecen, la obesidad es una enfermedad metabólica crónica que está relacionada con más de 200 patologías. Está provocada por una alteración en los mecanismos que regulan el balance energético y que da lugar a un exceso de tejido adiposo.

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La obesidad es una enfermedad metabólica crónica que está relacionada con más de 200 patologías

La obesidad carece de un reconocimiento como enfermedad crónica en España. En este sentido, la Dra. Irene Bretón, coordinadora del Área de Obesidad de la SEEN, señala que en la actualidad «la obesidad, como diagnóstico, pasa con frecuencia inadvertido y no consta de manera adecuada en los registros de la historia clínica. Solo con el reconocimiento de que la obesidad es una enfermedad crónica se podrán poner en marcha medidas que ayuden a su control».

Hoy en día, las herramientas de salud digital ofrecen una buena oportunidad para poner en marcha iniciativas novedosas que permitan coordinar la atención clínica y faciliten la participación de las personas en su propio tratamiento. Por ello, la Dra. Bretón incide en que «las personas que padecen obesidad necesitan, en primer lugar, que se reconozca que tienen una enfermedad crónica, cuyo tratamiento no depende exclusivamente de su voluntad».

Complicaciones y factores de riesgo asociados a la obesidad

La obesidad afecta negativamente a la calidad de vida de las personas que la padecen, dando lugar a múltiples complicaciones (como el dolor articular, dificultad en la movilidad, fatiga o un pobre descanso nocturno), además del propio riesgo que supone para la salud y el estigma que sufren los pacientes a distintos niveles.

Los factores que favorecen esta enfermedad son muy variados y deben ser supervisados de manera eficaz, como el control de los factores ambientales (dieta inadecuada, ingesta excesiva de alimentos de escaso valor nutricional, el sedentarismo, la disminución de la actividad física) y otros factores como la falta de sueño o el estrés.

A ello se suma la importancia de identificar precozmente la obesidad en personas con tendencia a desarrollarla y prevenir así su desarrollo, ya que entre el 40-70% del riesgo a desarrollar obesidad se debe a causas genéticas, que afectan generalmente a varios genes. «Es necesario tener en cuenta que los factores ambientales generan cambios epigenéticos que modifican el funcionamiento de nuestros genes y este efecto se puede transmitir a generaciones futuras. Por este motivo es muy importante incidir de manera precoz, sin olvidar el periodo prenatal», recalca la coordinadora del Área de Obesidad de la SEEN.

Desde esta Sociedad Médica se insiste en la necesidad de que las personas con obesidad necesitan tener acceso a una atención clínica coordinada para poder controlar su enfermedad y tener acceso a los tratamientos disponibles, con la participación de distintos profesionales sanitarios, en condiciones de equidad.

Además, pese a la creciente y elevada prevalencia de la obesidad, y que sus complicaciones suponen un desafío para los profesionales que se encargan del manejo de esta enfermedad, el tratamiento farmacológico de la obesidad no cuenta, por el momento, con financiación del Sistema Nacional de Salud.

«Es necesario plantear su inclusión progresiva en la cartera de servicios, lo que permitirá una mayor accesibilidad. Una dificultad evidente es su elevado precio y la alta prevalencia de la obesidad. Por este motivo, será necesario articular mecanismos de financiación que permitan que el tratamiento se pueda aplicar a las personas que más lo necesiten», señala la Dra. Bretón.