geriatricarea Sara González Blázquez Amavir

Artículo realizado por Sara González,
Jefe Médico del Grupo Amavir

En general, la mayoría de las personas suelen centrarse más en cuidar su salud física, dejando en segundo plano el bienestar mental. Sin embargo, la salud mental es un componente esencial del ser humano que influye en todos los aspectos: desde los pensamientos y emociones hasta la capacidad para regular el estado de ánimo y afrontar los retos cotidianos.

La salud mental incluye el bienestar emocional, psicológico, social y espiritual, algo importante en todas las etapas de la vida, includa la vejez. Muchos adultos mayores corren el riesgo de tener problemas de salud mental, pero no tenemos que verlo como algo normal en esta etapa. Muchos estudios muestran que la mayoría de las personas mayores se sienten satisfechas con sus vidas, a pesar de tener más enfermedades crónicas o problemas físicos que en sus épocas anteriores.

Los cambios significativos que se van produciendo de forma inexorable según van pasando los años, pueden provocar tristeza, estrés, depresión y, aunque, muchos mayores se asimilan esos cambios, algunos pueden tener problemas para adaptarse a cambios físicos y emocionales que pueden impactar profundamente y llegar a provocar trastornos mentales. La pérdida de seres queridos, el aislamiento social, las enfermedades crónicas y el desafío de adaptarse a nuevas etapas son factores que influyen directamente en el estado emocional de los adultos mayores.

Entender la influencia de las emociones en las personas mayores y su impacto en la salud mental es clave para atender adecuadamente las particularidades de esta etapa de la vida. Identificar y manejar estas emociones no solo contribuye a una mejor calidad de vida, sino que también favorece una mayor conexión con su entorno y promueve un envejecimiento activo y saludable.

La salud mental en la vejez merece tanta atención como la física o incluso más, porque van a ir íntimamente unidas. En este artículo, abordamos las principales dificultades que pueden surgir en esta etapa de la vida, los factores que incrementan la vulnerabilidad emocional y, sobre todo, las claves para fomentar un bienestar psicológico sostenido y una vida plena en la tercera edad.

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La salud mental es un pilar fundamental en la vida de las personas mayores, influyendo en su capacidad para afrontar los desafíos.

Factores a tener en cuenta

Las personas mayores desempeñan un papel fundamental en la sociedad, tanto dentro del núcleo familiar como en su comunidad, ya sea como trabajadores activos o como voluntarios. Aunque una gran parte de esta población disfruta de buena salud, también se enfrentan a un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental, como la depresión o la ansiedad.

Para comprender y abordar estas posibles afecciones, es importante considerar los diferentes factores que influyen en la salud mental en esta etapa de la vida:

Factores biológicos: incluyen características genéticas y condiciones fisiológicas.
Factores psicológicos: abarcan aspectos emocionales, relacionales y cognitivos, así como antecedentes familiares con trastornos mentales con los que haya convivido.
Factores ambientales: relacionados con el estilo de vida y las experiencias personales, como traumas, pérdidas, procesos de duelo o situaciones de maltrato.

Asimismo, existen ciertos factores de riesgo que pueden incrementar la probabilidad de enfrentar problemas de salud mental en la vejez:

Edadismo: muchas personas mayores son víctimas de discriminación por su edad, lo que puede impactar negativamente en su bienestar emocional.
Soledad: el aislamiento social es uno de los factores más perjudiciales para la salud mental en esta etapa.
Demencia: el cuidado de personas con demencia puede resultar muy exigente y afectar gravemente la salud mental de los cuidadores.
Condiciones de vida: la precariedad económica, la mala salud física o la falta de acceso a servicios de calidad pueden aumentar el riesgo de depresión y ansiedad. Esto se observa especialmente en adultos mayores con enfermedades crónicas o que viven en contextos vulnerables.

Reconocer y abordar estos factores es esencial para garantizar un envejecimiento digno, activo y saludable.

¿Cómo fomentar una buena salud mental?

Mantener una buena salud mental en la vejez requiere prestar atención a varios aspectos clave que contribuyen al bienestar emocional y psicológico de las personas mayores. En primer lugar, es fundamental empoderarles darles el protagonismo que merecen, reconociendo su valor, experiencia y evitando actitudes o estereotipos que puedan derivar en discriminación por razón de edad. Esta valoración influye directamente en su autoestima y percepción de utilidad dentro de la sociedad.

La inclusión social también juega un papel esencial. Fomentar su participación en actividades socioculturales no solo enriquece su día a día, sino que contribuye a prevenir la soledad y el aislamiento, siempre teniendo en cuenta las capacidades individuales de cada persona. Del mismo modo, es importante adaptar sus hogares a sus necesidades funcionales y de movilidad, eliminando barreras físicas que limiten su autonomía. En este sentido, servicios como la teleasistencia ofrecen un apoyo adicional para envejecer en el hogar con mayor seguridad.

Asimismo, el entorno urbano debe ser accesible y seguro con elementos que inviten a la actividad física o al encuentro social, ya que esto promueve una vida activa y autónoma. Finalmente, brindar oportunidades para que las personas mayores sigan siendo productivas, aprendan cosas nuevas o participen en actividades de estimulación cognitiva resulta esencial para que la jubilación no se convierta en una etapa de desconexión. Estas acciones les permiten comprobar que siguen siendo capaces de pensar, decidir y contribuir, lo que fortalece su bienestar emocional y su autoestima.

Acompañar, cuidar y comprender: la labor del psicólogo en residencias

Cuando ya no podemos seguir viviendo solos en casa, por distintos motivos, la situación de salud personal, la imposibilidad de la familia para cuidarnos, la falta de personas que nos puedan atender, podemos plantearnos seguir viviendo en una residencia, donde vamos a encontrar esas personas que nos ayuden tanto física como emocionalmente.

En este segundo caso, los psicólogos de las residencias de mayores van a tener un papel esencial para garantizar el bienestar psicosocial de cada residente. Estos profesionales trabajan de forma estrecha y coordinada con el resto del equipo del centro, formando parte de un abordaje multidisciplinar que busca ofrecer una atención integral donde encontrar grupos de apoyo que mejoran la sensación de acompañamiento, hablar del significado de la vejez potenciando su lado positivo, prevenir y tratar depresiones, cuadros de ansiedad y cualquier otro tipo de trastornos psíquico mejorando su autoestima en muchos casos.

Para ello realizan terapias orientadas a estimular la memoria y la orientación, así como la intervención en el estado emocional de los residentes y en la gestión de conductas que puedan dificultar la convivencia, trabajando el duelo en cualquiera de sus tipos y ensañando a crear estrategias que permitan afrontar las nuevas situaciones.

Una de las funciones más importantes de los profesionales de la psicología en las residencias, es la de acompañar a las personas mayores en los cambios naturales que conlleva el envejecimiento, fomentando su autonomía e independencia, y animándolas a participar activamente en la vida social del centro y su entorno. El psicólogo desempeña un rol clave en el diseño de estrategias de intervención para abordar complicaciones emocionales derivadas de pérdidas, duelos, cambios de rol o el estrés asociado a nuevas etapas vitales.

También interviene en casos de envejecimiento patológico, como las demencias, o de trastornos psicológicos y psiquiátricos como la depresión, el alcoholismo o el trastorno obsesivo-compulsivo, entre otros.

En definitiva, el trabajo del psicólogo en una residencia va mucho más allá de la intervención clínica: implica responsabilidad, compromiso, respeto y una profunda vocación por el cuidado de las personas mayores, junto con una formación continua que permite responder adecuadamente a las complejidades de esta etapa de la vida.

Además de su propia formación, son fundamentales en la formación del personal de planta en relación a todos estos temas de los que estamos hablando, duelo, pérdida, alteraciones conductuales, escucha activa…

Cuidar el bienestar emocional y psicológico de las personas mayores es clave para garantizarles una vida plena, digna y activa. Factores como el edadismo, la soledad, las enfermedades crónicas o las condiciones de vida precarias pueden incrementar el riesgo de trastornos mentales, por lo que es crucial reconocer y abordar estas realidades con sensibilidad y compromiso.

Un envejecimiento saludable debe entenderse como un proceso integral en el que se atiende tanto a la salud física como a la mental, reconociendo el papel fundamental que las personas mayores desempeñan en nuestra sociedad. Es fundamental garantizar su Dignidad, Autonomía, Participación, Autorrelación y Cuidados, que se sientan respetadas, valoradas y acompañadas también en esta etapa de su vida.