Un artículo de Yasmina Tabares,
Comisión de Geriatría y Gerontología del Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Canarias

La demencia es, en la actualidad, la séptima causa de defunción y una de las causas principales de discapacidad y dependencia entre las personas de edad en el mundo entero.

En 2019, la demencia tuvo un costo para las economías de todo el mundo de US$ 1,3 billones; aproximadamente el 50% de esta cifra es imputable a la atención que proporcionan cuidadores informales (por ejemplo, familiares y amigos cercanos), que, de promedio, dedican unas cinco horas diarias a labores de atención y supervisión.

La demencia afecta de manera desproporcionada a las mujeres, tanto directa como indirectamente. Estas presentan unos índices más elevados de años de vida ajustados en función de la discapacidad y de mortalidad como consecuencia de la demencia, pero también son las responsables del 70% de las horas de cuidados que reciben las personas que viven con demencia.

La demencia es el resultado de diversas enfermedades y lesiones que afectan el cerebro. Es un síndrome que se caracteriza por el deterioro de la función cognitiva (que es la capacidad para procesar el pensamiento); afecta la memoria, el pensamiento, orientación, comprensión, cálculo, aprendizaje, lenguaje y juicio. La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia y puede representar entre un 60% y un 70% de los casos.

La demencia afecta a cada persona de una manera diferente en función de las causas subyacentes, otras condiciones de salud y el funcionamiento cognitivo de la persona antes de enfermar. Actualmente, más de 55 millones de personas tienen demencia en todo el mundo y más del 60% de éstas viven en países de ingreso mediano y bajo. Cada año, hay casi diez millones de casos nuevos.

Entre los factores de riesgos de la demencia se encuentran

● Edad (es más común en personas de 65 años o más)
● HTA
● Diabetes
● Obesidad
● Tabaquismo
● Consumo excesivo de alcohol
● lnactividad física
● Aislamiento social
● Depresión

Entre los signos y síntomas precoces encontramos:

  • Olvidar cosas o acontecimientos recientes
  • Perder o extraviar cosas
  • Perderse al caminar o conducir
  • Sentirse desubicado, incluso en lugares familiares
  • Perder la noción del tiempo
  • Dificultades para resolver problemas o tomar decisiones
  • Problemas para seguir conversaciones o a la hora de encontrar las palabras
  • Dificultades para realizar tareas habituales
  • Errores de cálculo al juzgar visualmente a qué distancia se encuentran los objetos

También existen cambios comunes en el estado de ánimo y el comportamiento que debemos tener en cuenta:

  • Sensación de ansiedad, tristeza o enojo por las pérdidas de memoria
  • Cambios en la personalidad
  • Conducta inapropiada
  • Renuncia al trabajo o a las actividades sociales
  • Pérdida de interés por las emociones de otras personas.

Actualmente no hay ningún tratamiento para la demencia, pero sí se pueden llevar a cabo intervenciones para apoyar tanto a las personas que viven con la enfermedad como a quienes las cuidan; estas actividades van encaminadas a mejorar la calidad de vida y se basan en actividad física, actividades cognitivas e interacciones sociales. Aparte de estas intervenciones existen algunos fármacos que nos ayudan a controlar síntomas tales como depresión, insomnio, agresividad.

La fisioterapia es clave en la prevención y tratamiento del deterioro cognitivo. Entre los objetivos de la fisioterapia tenemos:

  • Mantener el esquema corporal.
  • Mejorar el equilibrio durante la marcha previniendo las caídas.
  • Mantener o mejorar la capacidad cardio-respiratoria mediante ejercicio aeróbico.
  • Mantener las amplitudes articulares.
  • Mejorar el tono.
  • Ganar potencia y resistencia muscular.
  • Disminuir o prevenir la aparición de dolores.
  • Mantener o mejorar la capacidad de realizar las AVD.
  • Mejorar la capacidad de desplazarse.
  • Mantener o mejorar la calidad de vida.

La principal herramienta que usa la fisioterapia es el ejercicio terapéutico. Existe múltiple evidencia sobre los beneficios de las intervenciones con ejercicio terapéutico en pacientes con demencia.

Una revisión sistemática de Russo et all publicada en 2020 en la revista Neurología Argentina concluye que “existe evidencia científica de resultados positivos con respecto a la actividad física en el funcionamiento cognitivo, especialmente en cognición global, memoria, atención y funciones ejecutivas. El ejercicio físico puede proporcionar una estrategia ampliamente disponible para mejorar el funcionamiento cognitivo”.

Un estudio longitudinal publicado en 2016 en la Journal of Science and Medicine in Sport trató de identificar los efectos de un programa de ejercicio físico sobre el deterioro cognitivo, la memoria, la depresión, la dependencia funcional y las alteraciones neuropsiquiátricas en individuos institucionalizados con demencia. El estudio dividió a los sujetos en dos grupos: 63 individuos en el grupo de ejercicio (pedalearon 15 minutos al día durante 15 meses) y 51 en el grupo control que hicieron actividades recreativas sedentarias.

Se observó una disminución estadísticamente significativa de la función cognitiva en los individuos incluidos en el grupo control, mientras que se observó una ligera mejoría en los incluidos en el grupo de ejercicio. Se observó una mejora significativa en los síntomas neuropsiquiátricos, la función de la memoria y la movilidad funcional entre quienes hicieron ejercicio.

“Este estudio proporciona evidencia de que el ejercicio físico aeróbico tiene un impacto significativo en la mejora del funcionamiento cognitivo, el comportamiento y la movilidad funcional en personas institucionalizadas con demencia.” El ejercicio parecía tener un mayor efecto en aquellos que padecían un deterioro cognitivo grave.

Otra publicación de Mamani R. et all, realizada en la Revista Ciencias de la Actividad Física en 2023 (Actividad Física y el Deterioro Cognitivo en Adultos Mayores) concluye que existe relación entre la actividad física y el deterioro cognitivo, lo cual indica que cuanto mayor sea el nivel de actividad física, menor será el deterioro cognitivo en los adultos mayores.

Para maximizar los beneficios cognitivos del ejercicio, es importante incluir tipos de ejercicios que impliquen aprendizaje, coordinación, múltiples grupos musculares y estimulación cognitiva continúa.

A la hora de elaborar un programa de ejercicios debemos tener en cuenta que debemos proponer tareas sencillas, dando instrucciones concretas. El ritmo de ejecución debe ser lento. Los tratamientos deben ser individualizados y personalizados. Podemos trabajar praxias globales o contenidos psicomotores clásicos: coordinación, equilibrio, marcha. Los ejercicios deben permitir trabajar funciones cognitivas superiores: atención, memoria, autoestima.

A la hora de elaborar un programa de ejercicios, este debe incluir ejercicios de FUERZA – EQUILIBRIO -RESISTENCIA. Los programas deben ser individualizados teniendo en cuenta:

  1. Historia Clínica
  2. Estado cognitivo (escala GDS)
  3. Historia de vida
  4. Limitaciones sensoriales
  5. Limitaciones físicas (Escala Barthel)

Por último, hay que tener algunas consideraciones a la hora de atender al adulto mayor con deterioro cognitivo:

  • No lo trates como a un niño, es un adulto mayor.
  • Trátale con respeto y dirígete a él por su nombre.
  • Cubre sus necesidades respetando su autonomía e intimidad.
  • No hables de él en su presencia, ni actúes como si no estuviera presente.
  • Háblale mirándole a la cara, no eleves la voz si no es necesario.
  • Escúchale, esfuérzate en entender, ten paciencia si le cuesta expresarse.