Un artículo de Alicia Carmen Álvarez Mota,
estudiante de prácticas del Grado de Psicología de la Universidad Antonio de Nebrija
Supervisado por Carlota Sáenz de Urturi Gómez-Centurión,
directora y neuropsicóloga de Cognitiva Chamberí

La esperanza de vida en todo el mundo ha experimentado un aumento significativo en las últimas décadas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la esperanza de vida global ronda los 70 años, mientras que en España alcanza los 82 años. Entre 2006 y 2019, la esperanza de vida saludable en España creció en 2,6 años, con un incremento mayor en hombres (3,5 años) que en mujeres (1,7 años) (Ministerio de Sanidad, 2022). Este alargamiento de la vida plantea interrogantes importantes sobre cómo las sociedades deben adaptarse para asegurar que las personas mayores lleguen a la vejez en las mejores condiciones posibles.

No obstante, este proceso de envejecimiento también conlleva nuevos desafíos, entre los que destaca la soledad no deseada, especialmente en las personas mayores. La soledad no deseada, que afecta a una proporción considerable de esta población, se relaciona estrechamente con la invalidación emocional y el deterioro de la salud física y psicológica.

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La soledad no deseada y la invalidación emocional son dos factores que deterioran la calidad de vida de las personas mayores

Este artículo analiza las implicaciones de la soledad no deseada y la invalidación emocional en el bienestar de las personas mayores, haciendo especial hincapié en las consecuencias de la negligencia emocional y en los factores de protección que pueden ayudar a prevenir estos problemas.

La soledad no deseada, entendida como el sentimiento de aislamiento social involuntario, está asociada a graves consecuencias para la salud. Se caracteriza por la carencia de relaciones interpersonales significativas y por un sentimiento de aislamiento que puede prolongarse durante semanas, meses o incluso años.

Este fenómeno afecta de forma negativa tanto a la salud mental como a la física de las personas mayores y se ha identificado como un factor de riesgo para enfermedades como el Alzheimer, otras formas de demencia y trastornos cardiovasculares (Ayuntamiento de Madrid, 2025). Además, investigaciones recientes señalan que la soledad no deseada podría ser incluso más perjudicial que el consumo de tabaco, al aumentar el riesgo de depresión, ideación suicida y empeorar la calidad de vida en general (Tiwari, 2013).

Una de las causas subyacentes a la soledad no deseada en la vejez es la invalidación emocional. Este concepto, descrito por Selby et al. (2008), se refiere a la descalificación, trivialización o castigo de las expresiones emocionales de una persona. Es frecuente en contextos de abuso emocional o negligencia por parte de cuidadores. La invalidación no solo intensifica el aislamiento, sino que también deteriora gravemente la autoestima de la persona mayor, un elemento esencial para su bienestar psicológico y físico.

El abuso emocional hacia las personas mayores resulta más difícil de identificar que el abuso físico, aunque sus efectos pueden ser igual de devastadores. Hart et al. (2002) definen el abuso emocional como cualquier acción de un cuidador que degrade o menosprecie el valor personal del adulto mayor. Este tipo de abuso genera una percepción negativa de sí mismo en la víctima, disminuyendo su autoeficacia y aumentando la probabilidad de sufrir trastornos como la depresión (Shenk & Fruzzetti, 2011). Según la OMS (2017), uno de cada seis adultos mayores de 60 años experimenta alguna forma de maltrato, siendo el abuso psicológico uno de los más comunes.

La invalidación emocional y el abuso pueden originar un círculo vicioso de deterioro psicológico y social. Al afectar directamente la autoestima, aumentan la vulnerabilidad de las personas mayores a la depresión y otros problemas de salud mental. Meira et al. (2017) destacan que la autoestima es un factor protector clave frente a la depresión y la ideación suicida en la vejez, y que su deterioro puede tener efectos aún más nocivos que la propia pérdida de salud física.

El aislamiento social desempeña también un papel relevante en este escenario. A medida que las personas envejecen, experimentan una reducción en la cantidad y calidad de sus relaciones sociales. Pérez-Ortíz (2006) observa que las redes sociales tienden a contraerse con el tiempo, debido a la pérdida de seres queridos, problemas de movilidad o cambios familiares. Este aislamiento contribuye a la soledad no deseada, afectando aún más la salud integral de las personas mayores.

Ante esta realidad, es crucial hablar de prevención, medidas que puedan evitar la soledad no deseada y estrategias de apoyo que tanto profesionales de la salud mental como familiares pueden implementar.

Comprendiendo la magnitud del problema, la evidencia científica muestra que en adultos mayores las amistades con personas ajenas a la familia son un factor más decisivo en la reducción de la soledad que las relaciones con familiares cercanos. Además, las interacciones sociales con amigos resultan más eficaces para disminuir el sentimiento de soledad que las interacciones con hijos, nietos o vecinos (Thompson et al., 2024).

Por su parte, Holmén et al. (1992) concluyeron que entre quienes afirmaban no tener amigos, existía un alto grado de soledad, y que aunque estando en residencias donde sus familiares les visitaban a menudo, los lazos familiares no siempre son suficientes para prevenir este sentimiento.

Wolff (2012) llevó a cabo un estudio en residencias de mayores donde, al analizar la soledad percibida por los residentes, encontró que tanto los niveles de satisfacción general como los sentimientos de soledad y depresión se veían más influenciados por las amistades que mantenían dentro de la residencia que por las visitas de familiares. Estos resultados subrayan la importancia de promover relaciones significativas entre los residentes, más allá del entorno familiar.

En cuanto a los centros de día, si bien representan un recurso de apoyo importante para las familias, también deben evitar caer en prácticas que infantilizan a los mayores. La infantilización, aunque muchas veces bien intencionada, constituye una forma de negligencia emocional. Salari (2005) define este fenómeno como el trato paternalista hacia los mayores, ya sea a través de discursos, actividades o entornos que no respetan su experiencia de vida ni su estatus adulto, afectando negativamente su autoestima y autonomía.

Además, en las actividades participativas, suele cometerse el error de centrarse excesivamente en recuerdos de la infancia. Aunque los ejercicios de reminiscencia pueden ser beneficiosos, enfocarse solo en etapas infantiles puede provocar sentimientos de torpeza o inadecuación, especialmente en personas con trastornos neurodegenerativos, al evidenciar sus déficits. Es más apropiado dirigir las conversaciones hacia logros de la adultez o momentos de orgullo, fortaleciendo así la percepción de valor personal en esta etapa de la vida.

Por otro lado, como profesionales de la salud, es importante escuchar al paciente, a la persona. Atenerse al modelo biopsicosocial es esencial como psicólogos, es decir, un modelo que considere tanto lo biológico y empírico, observable, como la historia de vida de la persona, qué lo conforma, el ambiente en el que está y de quién se rodea.

Como tal, nosotros tampoco debemos caer en la infantilización de la persona, donde si bien en primera instancia puede percibirse como atento y cercano (especialmente para personas que se acerquen por primera vez a un ambiente clínico), también puede ser iatrogénico en términos de autoestima y percepción de la pérdida de autonomía del mayor.

Greene et al. (1986) realizó un estudio basado en entrevistas cualitativas a pacientes donde según la recopilación de entrevistas varias, se observó que el discurso de los médicos con pacientes mayores suele tener un enfoque más médico, biológico y menos psicosocial, mientras que con pacientes jóvenes se suelen atribuir otro tipo de circunstancias y utilizar otro tipo de discurso generalmente más psicosocial.

Esto se puede interpretar de alguna manera, como que los profesionales de la salud tienden a tener menos en cuenta el contexto, y por tanto historia de vida, de la persona mayor, aunque es cierto que cada vez más aplicamos y consideramos el modelo biopsicosocial como uno más válido y completo para considerar el mejor tratamiento para cada persona.

La soledad no deseada y la invalidación emocional, por tanto, son dos de los principales factores que deterioran la calidad de vida de las personas mayores en la actualidad. Ambos fenómenos están estrechamente ligados al empeoramiento de la salud mental y física, por lo que es fundamental implementar estrategias eficaces para combatirlos.

Fomentar una cultura de validación emocional y apoyo social es esencial para prevenir el aislamiento y fortalecer el bienestar de las personas mayores. Además, proteger y reforzar su autoestima debe ser una prioridad, ya que es un pilar clave para su salud mental y su calidad de vida. Adaptar las políticas públicas y los servicios de atención a los nuevos desafíos del envejecimiento permitirá asegurar que los mayores puedan disfrutar de una vejez digna, activa y saludable, libre de maltrato y de invalidación emocional.

Referencias:

Ayuntamiento de Madrid (2025). ¿Qué es la soledad? https://soledadnodeseada.es/que-es-la-soledad-no-deseada/

Greene, S., Adelman, R., Charon, R. & Hoffman, S. (1986) Ageism in the medical encounter: an exploratory study of the doctor-elderly patient relationship. Language & Communication, 6(½), pp. 113-124.

Hart, S. N., Brassard, M. R., Binggeli, N. J., & Davidson, H. A. (2002). Psychological maltreatment. In J. E. B. Myers, L. Berliner, J. Briere, C. T. Hendrix, C. Jenny, & T. A. Reid (Eds.), The APSAC handbook on child maltreatment (2nd ed., pp. 79–103).

Holmén, K., Ericsson, K., Andersson, L., & Winblad, B. (1992). Loneliness among elderly people living in stockholm: a population study. Journal of advanced nursing, 17(1), 43–51. DOI: 10.1111/j.1365-2648.1992.tb01817.x

Meira, S. S., Alves Vilela, A. B., Casotti, C. A., & Silva, D. M. d. (2017). Self esteem and factors associated with social conditions in the elderly. Revista de Pesquisa: Cuidado é Fundamental Online, 9(3), 738-744. DOI: 10.9789/2175-5361.2017.v9i3.738-744

Ministerio de Sanidad. (2022) La esperanza de vida al nacer en España en 82,2 años en 2020. https://www.sanidad.gob.es/gabinete/notasPrensa.do?id=5944

Organización Mundial de la Salud (OMS) (2024), Esperanza de vida al nacer (años). https://data.who.int/es/indicators/i/A21CFC2/90E2E48

Organización Mundial de la Salud (OMS), (2022). Maltrato de las personas mayores. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/abuse-of-older-people

Pérez-Ortíz, L. (2006) “Jubilación, género y envejecimiento”. Envejecimiento activo, envejecimiento en positivo, 11(3), pp. 89-112.

Salari, S. (2005) Infantilization as Elder Mistreatment: Evidence from Five Adult Day Centers. Journal of Elder Abuse & Neglect, 17(4), pp. 53-91. DOI: 10.1300/J084v17n04_04

Selby E. A., Braithwaite S. R., Joiner Jr T. E., Fincham F. D. (2008). Features of borderline personality disorder, perceived childhood emotional invalidation, and dysfunction within current romantic relationships. Journal of Family Psychology, 22(6), 885–893. DOI: 10.1037/a0013673

Shenk, C. E., & Fruzzetti, A. E. (2011). The impact of validating and invalidating responses on emotional reactivity. Journal of Social and Clinical Psychology, 30(2), 163-183. DOI: 10.1521/jscp.2011.30.2.163

Thompson, A., Smith, M.A., McNeill, A. y Pollet, T. V. (2024) Friendships, loneliness and psychological wellbeing in older adults: a limit to the benefit of the number of friends. Ageing & Society, 44, 1090-1115. DOI: 10.1017/S0144686X22000666

Tiwari S. C. (2013). Loneliness: A disease?. Indian journal of psychiatry, 55(4), 320–322. DOI: 10.4103/0019-5545.120536

Wolff, F. C. (2012) Well-being of elderly people living in nursing homes: The benefits of making friends. DOI: 10.1111/kykl.2013.66.issue-1