Los sistemas de información y, en concreto, la Inteligencia Artificial (IA), están jugando un papel muy importante en la transformación digital de nuestro entorno, y en concreto, en el ámbito sanitario. Pero su utilización en este sector no está exenta de retos éticos y legales, tal y como se refleja en el nuevo “Informe Anticipando, Inteligencia Artificial en salud: Retos éticos y legales”, elaborado por el Observatorio de Tendencias en Medicina del Futuro de la Fundación Instituto Roche. 

Y es que, la Inteligencia Artificial busca emular la inteligencia humana a través de algoritmos y herramientas computacionales para generar conocimiento de manera autónoma a partir del análisis de gran cantidad de datos. En el campo de la salud se prevé que las herramientas de Inteligencia Artificial contribuyan a la realización de tareas sencillas y repetitivas que consumen tiempo del personal sanitario, liberándoles para que realicen otro tipo de labores asistenciales de mayor relevancia.

Además, la IA también puede contribuir a la resolución de problemas complejos de salud, como la detección de la predisposición a desarrollar determinadas enfermedades, la detección de personas portadoras de enfermedades hereditarias o la predicción de la respuesta individual a tratamientos, entre otros.

Este Informe plantea los retos éticos y legales de la utilización de la Inteligencia Artificial en el ámbito de la salud

No obstante, como se aborda en el “Informe Anticipando, Inteligencia Artificial en salud: Retos éticos y legales”, la utilización de la Inteligencia Artificial en salud plantea retos éticos y legales. En este sentido, Consuelo Martín de Dios, directora gerente de la Fundación Instituto Roche, señala que “en la Fundación Instituto Roche creemos que documentos como éste contribuyen a generar debate y conocimiento y de esta forma colaborar a que nuestro país esté a la vanguardia de la innovación en salud. Sin duda, la Inteligencia Artificial es clave para la aplicación de la Medicina Personalizada de Precisión y para que pueda convertirse en una realidad tangible en la práctica clínica habitual en beneficio de los pacientes”.

En el contexto actual, la Inteligencia Artificial se constituye como un complemento en la toma de decisiones en Medicina que incorpora, además, un amplio abanico de ámbitos de actuación, desde la actividad asistencial hasta la gestión sanitaria y la investigación biomédica e, incluso, a nivel de ciudadanos y pacientes, como el autocuidado.

Así lo explica el coordinador del informe, doctor Carlos Romeo Casabona, Catedrático de Derecho Penal, y coordinador del Grupo de Investigación Cátedra de Derecho y Genoma Humano de la Universidad del País Vasco/EHU. Para este experto, “de las muchas posibilidades que ofrece la IA en el terreno de la salud, algunas ya se están desarrollando”. Y es que, además de ayudar a los profesionales a afinar en sus diagnósticos y pronósticos, “está siendo una herramienta de trabajo muy poderosa para lograr una nueva concepción de la Medicina, que consiste en la individualización máxima de los tratamientos según las características biológicas que presenta cada paciente. Es la Medicina Personalizada de Precisión, el gran desafío científico de las próximas décadas”, asegura.

La Inteligencia Artificial y la protección de los datos de los pacientes

Como se describe en el Informe Anticipando, Inteligencia Artificial en salud: Retos éticos y legales”, la aplicación de la Inteligencia Artificial en salud conlleva diversos retos éticos y legales relacionados con los datos de los pacientes, datos que son especialemente sensibles. Es necesario tener en cuenta que los individuos tienen derechos sobre sus datos, que hay que respetar, y el hecho de que las herramientas basadas en IA empleen dichos datos puede entrar en conflicto con los derechos de los individuos

“Afortunadamente, contamos con dos instrumentos legales recientes del máximo rango: el Reglamento General de Protección de Datos, aprobado por la Unión Europea, que es ejecutivo en todos los Estados miembros; y, en nuestro país, una Ley Orgánica de 2018 que ha adaptado y desarrollado el Reglamento Europeo. Ambos dan respuesta a estos grandes retos legales, con soluciones en general bastante acertadas”, señala el doctor Carlos Romeo.

El punto de partida deben ser los derechos fundamentales y libertades públicas de los individuos o del conjunto de la sociedad, teniendo en cuenta que en un futuro pueden llegar a reconocerse nuevos derechos derivados del uso del Big Data y la IA.

Debido a la capacidad de la Inteligencia Artificial de tratar con cantidades masivas de datos, en muchas ocasiones se emplean inferencias o metadatos de los que la persona no es conocedora o datos que antes de su procesamiento eran anónimos o habían sido anonimizados, y se puede producir “lo que llamamos reidentificación, por lo que debemos tener cuidado en este sentido”, indica el experto. “También es importante evitar decisiones completamente automatizadas, sin previa intervención o validación humana, ya que existe el riesgo de clasificar automáticamente a las personas en determinados grupos que compartan perfiles semejantes, lo que puede conducir a la discriminación”, expone el doctor Romeo.

Para garantizar el cumplimiento de estos preceptos durante su aplicación en salud es necesario formar a los profesionales en este ámbito de conocimiento, además de adaptar el contenido a las diferentes especialidades médicas. En este sentido, el Informe recomienda seguir unas pautas de actuación, tales como: mantener el anonimato de individuos y pacientes, evitar posibles sesgos a la hora de tomar decisiones basadas exclusivamente en perfiles y en procesos de estratificación, que la toma de decisiones no sea exclusivamente automatizada y asegurar la transparencia, entre otros.