Un artículo de Anna Navarro,
Psicóloga y Coordinadora de Proyectos de Vida Residencia y Centro de Día La Trinitat (Fundació Vella Terra).

Las terapias no farmacológicas son conocidas como un tipo de intervenciones orientadas a ofrecer una mejor calidad de vida y bienestar a las personas sin el uso de medicamentos.

Dentro de las terapias no farmacológicas se pueden encontrar múltiples propuestas de actividades o talleres relacionadas con las inquietudes e intereses de cada persona. Se proponen con el objetivo de dar sentido a la vida y destinar el tiempo de una forma satisfactoria.

Geriatricarea- historia de vida terapia no farmacológica
Los propios proyectos de vida y preferencias de la persona mayor son clave para un envejecimiento saludable

En la actualidad parece que todos los males se puedan solucionar con medicación. Pero progresivamente se está detectando que no es la única forma y que muchas veces tampoco es la más efectiva para potenciar un cambio de conducta, darle la vuelta a un trastorno conductual y posibilitar que la persona afectada se sienta útil y satisfecha.

Cada vez es más recomendable que, ante una alteración conductual, los especialistas nos planteemos qué puede estar ocasionando esa situación concreta. En un entorno residencial, por ejemplo, debemos tener en cuenta la historia de vida con los acontecimientos vitales, las preferencias e intereses, así como lo que pueda disgustar o incluso generar rechazo.

Se trata de hacer una reflexión e imaginarnos a nosotros mismos cuando lleguemos a ser mayores. Debemos pensar cómo nos gustaría que se planteara nuestro día a día, dado que nuestra personalidad y preferencias van a seguir acompañándonos en el proceso evolutivo. Puede que, en algún momento de este proceso, y suele ser habitual con la edad, desarrollemos deterioro cognitivo de entre las muchas posibilidades que existen de alteración de la mente.

En esa circunstancia, será muy importante el trabajo de los profesionales que tendremos cerca para indagar lo suficiente sobre nosotros con el fin de potenciar un envejecimiento saludable basado en la calidad y, lo más importante, en nuestros propios proyectos de vida y preferencias. En el caso de las personas que dispongan de la suficiente autonomía para desarrollarse por sí mismas, el enfoque debe ser el mismo. 

Llegado este punto, y entendiendo la individualidad de cada persona, socialmente se trata de ofrecer un abanico de múltiples actividades y talleres acordes con cada persona. Las posibilidades son infinitas. De hecho, lo recomendable es no estancarse con los típicos y monótonos talleres que siempre se han realizado, sino que estos puedan variar y dar pie a la imaginación para descubrir y llevar a cabo nuevos retos y explorar nuevas motivaciones, según cada persona, necesidad, capacidad y circunstancia.