Un artículo de Mª Consuelo Vázquez Ruiz de Larrea,
socia de la Delegación SECOT de Álava (seniors para la Cooperación Técnica)

La soledad no deseada, aunque sería preferible denominarla –soledades no deseadas- ya que cada individuo presenta un sentimiento negativo y una percepción distinta, a cómo vivencia esta situación tan personal.

Es una evidencia que la población, en general, está cada vez más sola. Este fenómeno es una manifestación más extensa de lo que se cree, y en contra de lo que parece, no es el colectivo de las personas mayores, el que más la sufre. Es una realidad que en los jóvenes esta manifestación tiene también hoy una gran incidencia.

La soledad no se ve, se siente. Los mayores de 65 años, pueden ser más vulnerables, frágiles y con más pérdidas, aunque esta es una franja de población muy heterogénea con muchas variaciones, experiencias  y vivencias diversas.

La soledad se vive siempre en silencio, nadie lo expresa abiertamente debido al sentimiento de culpa y vergüenza que supone el hecho de sufrirla. Por estos motivos es manifiesto que pasa desapercibido a familiares, vecinos y amigos.

Es una realidad invisible, que supone una grave dificultad para el que la sufre y además es muy difícil salir de ella sin ayuda; por eso el apoyo y colaboración que tiene que hacer la sociedad, en su más amplio sentido, es incuestionable.

En estos últimos años la soledad se ha convertido en una preocupación destacada en la agenda política y social de muchos países europeos, incluido el nuestro. También la ciudadanía está cada vez más sensibilizada por el tema. Es ya una preocupación social que incide en el bienestar personal y, por lo tanto, se pide que las políticas del Estado y locales deben velar para prevenirla.

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Soledad y salud tienen un relación irrefutable que condiciona el bienestar y la calidad de vida

Concepto ¿Qué es? ¿Por qué nos sentimos solos?

Para definir la Soledad no Deseada podemos describirla de varias maneras: Es una experiencia subjetiva individual. Es un sentimiento negativo de vacío existencial que cada uno lo vive de forma diferente. Es una carencia involuntaria de compañía. Es una discrepancia cognitiva entre las relaciones que una persona tiene y las que espera tener. Es una percepción personal. Es, en definitiva, un desajuste entre la cantidad y calidad de las relaciones sociales que una persona desea y las que en realidad tiene. Los vínculos que se establecen con el entorno no son satisfactorios.

A veces, estamos solos, aunque estemos rodeados de personas. Es una sensación de cómo vivimos nuestro entorno y nuestras relaciones, que una realidad en sí. El ámbito psicológico vivencial y afectivo tiene un gran peso. La soledad puede suceder en cualquier etapa del ciclo vital. Cada uno la vive a su manera y no presenta signos que se pueden apreciar desde fuera.

El sentimiento de soledad viene dado por una valoración subjetiva, que hacemos del momento en el que estamos viviendo y que puede ir variando y evolucionando con nuestra manera de pensar o de vivir e interpretar las circunstancias.

La soledad puede ser derivada de una decisión voluntaria o involuntaria, pero lo que le caracteriza es una sensación de pena, melancolía, tristeza o incluso de incompetencia.

Es preciso diferenciar entre soledad no deseada y aislamiento. Mientras que en la primera se centra en la experiencia de la persona y no en la cantidad y calidad de relaciones sociales; en el segundo se trata de una medida objetiva en la que los contactos sociales son reducidos o inexistentes.

Tipos de Soledad

Hay diferentes formas de cómo vivimos la soledad. Vamos a referirnos a 9 tipos distintos. Sentir un tipo no excluye al otro, muchas veces los diversos tipos se solapan entre sí.

  1. Contextual: Puede ser un sentimiento que se relaciona con un contexto en concreto y no con todos los de nuestra vida. Ej: nos podemos sentir solos en el trabajo porque no tenemos amigos, en cambio no sentimos lo mismo en casa en los momentos de ocio. Este tipo de soledad se suele saber cuando empieza y cuando termina porque se relaciona con un contexto concreto.

  2. Transitoria: Puede ser una soledad relacionada con el tiempo. Es decir, un sentimiento de soledad provocado por una situación concreta y que no dura más de un día. Ej: cuando tenemos una riña con alguien en el trabajo, eso nos genera un replanteamiento de la relación y temporalmente una pequeña barrera que nos  provoca soledad.

  3. Crónica: Cuando no está relacionada ni con el tiempo ni con el contexto, y consigue mantenerse en distintos ámbitos de la vida de la persona. Se alarga en el tiempo y al  individuo le faltan habilidades para salir de esa sensación.

  4. Autoimpuesta: Cuando es consecuencia de un aislamiento decidido por la persona como modo de vida. Son individuos que tienen gran desconfianza y miedo a socializar porque no quieren ser juzgados. Se puede incluir aquí a aquellos ciudadanos que después del Covid mantienen una tendencia a salir menos o a aislarse más.

  5. Impuesta: Cuando es consecuencia de una serie de privaciones en contra de la voluntad de la persona. Puede ser porque el individuo no tiene la capacidad de tener relaciones normales y de larga duración en el tiempo. Es un tipo de soledad muy habitual, puede darse por timidez extrema o por falta de habilidades sociales, entre otras. Si es impuesta por otros, puede ser por Ej: por jornadas de trabajo muy exigentes.

  6. Psicopatológica: En este caso está  relacionada con desgaste emocional e incluso con problemas de salud mental como por Ej: con depresión.

  7. Social: Es   una de las más vivenciadas. Implica aislamiento.  El individuo no se considera parte de un grupo.

  8. Emocional: Está muy relacionada con los sentimientos, así como, con las pérdidas afectivas. La persona está rodeada de gente, pero éstos no cuentan con ella.

  9. Existencial: En este caso no tiene que ver con los demás, sino que la emoción de la soledad se mezcla con el momento de la vida de la persona en la que no sabe hacía donde va su vida, lo que quiere, ni qué es lo que le conecta a los otros.

Estas tres últimas son las que más representativas.

Factores vinculados a la Soledad

Dependiendo de cómo sea la soledad, puntual, recurrente o duradera, se pueden asociar una serie de factores de distinta naturaleza, tanto social como individual, que la provocan o acrecientan:

  • En el ámbito social: los procesos como el cambio demográfico, la urbanización de las ciudades, la transformación en la estructura familiar o residencia, la globalización en general, los cambios culturales, como la gran tendencia actual al individualismo.

  • En el plano Psicológico: está relacionada con la personalidad, la forma de ser y los estilos cognitivos. Es un hecho, que determinadas condiciones o acontecimientos que suceden en la vida (jubilación, enfermedades, discapacidades, pérdidas afectivas, etc.), incrementan el problema.

  • En el nivel Físico-Biológico: todo tipo de enfermedades físicas que causan inmovilidad, unido a la falta de ejercicio físico, pobre alimentación, mal descanso, escasos cuidados, agravan la situación.

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La soledad no se limita solo al malestar emocional, sino que se asocia sobre todo a un peor estado de salud

Prevalencia de la Soledad

Según el informe reciente de este mismo año del Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada, concluye que: este problema afecta al 13,4% de la población mayor de 15 años, con algunas diferencias entre mujeres y hombres. En Euskadi se observa una mayor prevalencia entre las mujeres. Si hacemos referencia a los mayores de 65 y más años, los resultados manifiestan un aumento de las situaciones de soledad a partir, sobre todo, de los 75 años.

Los datos más recientes publicados por el INE, se constata que hay en España 2,4 millones de personas de 65 años que viven solas, 2 millones  viven en sus casas y 400.000 en residencias. El 70% de los mayores de 65 que viven solos son mujeres, lo que representa 7 de cada 10.

Además, se constata que esta situación permanece en el tiempo, ya que las personas que la parecen comentan que la sufren desde hace 6 años.

 Causas o factores de riesgo para la Soledad

  • Variables Sociodemográficas: El género (ser mujer), la edad (más en jóvenes y mayores). El estado civil (más en solter@s y viud@s), el estatus socioeconómico y el lugar de residencia.

  • Variables de Salud y Autonomía Personal: La salud autopercibida, el declive funcional, las dificultades de movilidad, el deterioro de las capacidades sensoriales, la comorbilidad (varias enfermedades), la ausencia de cuidados, la carencia de vivienda adaptada, etc.

  • Variables Psicológicas y de Personalidad: la depresión, la baja salud mental y satisfacción vital, la  pobre autoestima y autoeficacia, los comportamientos y/o conductas poco saludables, las pérdidas afectivas, el maltrato, la falta de red de apoyo, la institucionalización, el edadismo, etc.

  • Variables de Interacción y Participación: La composición del hogar, la red social, la cantidad y calidad de relaciones sociales, el grado de participación y apoyo social y/o comunitario, el ser vulnerables o excluidos socialmente, el no disfrutar de actividades de ocio.

Consecuencias de la Soledad

Hay un amplio consenso en la comunidad científica afirmando que  la soledad no deseada tiene graves consecuencias para la salud, en su más amplio sentido, para las personas que la sufren y también -cómo no- para la sociedad en su conjunto. Es un problema individual y social y es el primer factor de riesgo para la salud.

La soledad no se limita solo al malestar emocional, sino que se asocia sobre todo a un peor estado de salud, generando una mayor mortalidad. Se habla de un 30% de propensión a tener más enfermedades: mayor riesgo de hipertensión y de déficits coronarios, problemas de salud mental (depresiones y suicidios), más probabilidad de manifestar conductas perjudiciales para la salud (más consumo de drogas, alcohol o tabaco).

Así como menores niveles de actividad física, aumento del declive motor, empeoramiento del  funcionamiento cognitivo, alteraciones en el sistema inmune,  más obesidad y sedentarismo, alimentación deficitaria, escaso descanso, etc.

Así, se puede afirmar que soledad y salud tienen un relación irrefutable, que condiciona el bienestar y la calidad de vida. Además, un peor estado de salud produce un mayor consumo de recursos sanitarios, con mayor número de visitas al médico de atención primaria, especialistas y servicio de urgencias. Más uso de fármacos para aminorar el sufrimiento y angustia emocional con tranquilizantes, antidepresivos, analgésicos, relajantes.

El coste económico es evidente, tanto a nivel sanitario como social, además se calcula que provoca una reducción de la calidad de vida equivalente al 2,8% de los años de vida.

¿Cómo se actúa ante una persona que se siente sola?

Sobre todo, para los casos o situaciones de soledad severa, se interviene de manera individualizada y siempre coordinando con las administraciones públicas, asociaciones del tercer sector, la comunidad y la acción del voluntariado, que tiene una importancia considerable en este problema.

Consejos: ¿Qué se puede hacer para evitar el sentimiento de Soledad?

Forzar el socializar con los demás no siempre es la mejor solución. Hay que buscar una forma adecuada  y gradual para conseguir que la persona se sienta cada vez mejor. Va a depender mucho de cómo es  cada uno y en qué momento de su vida está y cómo hacer frente a su sensación de soledad.

Se recomienda ejercicios o actividades que fomenten las habilidades sociales y la inteligencia emocional. Debemos de ir aprendiendo a lo largo de la vida a vivir solos.

El poder salir de casa y realizar actividades que gusten y que se puedan realizar con otros, ayuda a salir  de sí mismo.

Las actividades de Voluntariado son siempre muy beneficiosas, tanto para el que las recibe como para el que las ofrece. La sensación de ayuda y empatía que se produce, consiguen interpretar de otra manera la soledad en la persona que la parece.

Realizar actividad física en exteriores por pequeña que sea, es beneficiosa. El contacto con  la naturaleza ayuda. Un pequeño paseo cada día, despeja nuestra mente y nos permite cambiar el foco tan rígido que ponemos sobre nuestras ideas y sentimientos.

Nota: Este artículo refleja la opinión de la autora. En ningún caso debe entenderse como el sentir formal de Secot-Araba.