Uno de los genes considerados como el factor de riesgo más potente para desarrollar la enfermedad de Alzheimer de inicio tardío, el gen de la apolipoproteína E4 (APOE4), también se asocia con un mayor riesgo de desarrollar aterosclerosis subclínica en la mediana edad, tal y como revela un estudio del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC).

Los investigadores de este centro dependiente del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) destacan también que, al contrario que sucede con el APOE4, las personas portadoras de la variante APOE2 están protegidas frente a la aterosclerosis subclínica; dicha variante también se considera protectora para el desarrollo de Alzheimer.

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Una investigación del CNIC revela que variantes genéticas de la APOE implicadas en Alzheimer también se asocian con el desarrollo de aterosclerosis subclínica

Los resultados de este estudio, que se publican en la revista Circulation Research, y que ha sido coordinado por la Dra. Marta Cortés Canteli y el Dr. Valentín Fuster, Director General del CNIC, amplían el conocimiento sobre el papel de APOE en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, y tiene importantes implicaciones terapéuticas y preventivas para la salud cardiovascular, especialmente en la primera mitad de la vida adulta.

Como señalan desde el CNIC, se sabe que el gen APOE codifica para la apolipoproteína E que, entre otras funciones importantes, ayuda a transportar los lípidos en la sangre. El gen tiene tres alelos principales que dan lugar a distintas isoformas de esta lipoproteína: APOE2, APOE3 y APOE4.

La Dra. Cortés Canteli, neurocientífica del CNIC e investigadora Miguel Servet del Instituto de Investigación Sanitaria Fundación Jiménez Díaz, destaca que “el haber heredado uno u otro de estos alelos confiere al individuo un riesgo diferente de desarrollar distintas enfermedades, entre ellas enfermedad cardiovascular y enfermedad de Alzheimer.

Y es que las personas que heredan APOE4 tienen niveles elevados de colesterol y un consecuente riesgo mayor de sufrir aterosclerosis, mientras que aquellas que tienen APOE2 presentan menos colesterol y menor prevalencia de aterosclerosis.

No obstante, los mecanismos responsables de estas asociaciones son complejos y el impacto de la edad, el sexo y otros factores de riesgo cardiovascular no estaba claro, en particular en las etapas iniciales del desarrollo de la enfermedad.

El APOE4 se asocia a mayor riesgo de aterosclerosis subclínica

Esta investigación del CNIC ha logrado es corroborar en individuos de mediana edad del estudio PESA-CNIC-Santander (entre 40 y 54 años) que existe un mayor riesgo al desarrollo de aterosclerosis subclínica en individuos APOE4 debido a que tienen niveles elevados de LDL colesterol (o colesterol “malo”), lo que abre una ventana para implementar estrategias de intervención temprana.

Además, la investigación desvela que las personas con APOE2 presentaban menos aterosclerosis subclínica en arterias carótidas, femorales y coronarias. Esta protección frente a la aterosclerosis se debe a que presentan niveles normales de triglicéridos, o, en el caso de las mujeres y en el grupo más joven (de 40 a 44 años de edad), a tener niveles de LDL-colesterol más bajos. “Todo esto resalta, una vez más, la importancia de mantener un estilo de vida saludable”, recalca el Dr. Fuster, también Presidente del Instituto Cardiovascular y «Physician-in-Chief» del Mount Sinai Medical Center de Nueva York.

No obstante, en los hombres y en las personas más mayores (de 45 a 54 años), dicha protección de APOE2 parecía requerir algún mecanismo adicional. De hecho, los investigadores identificaron un enriquecimiento en rutas moleculares asociadas con procesos anti-inflamatorios y una disminución en genes implicados en procesos coagulatorios y de activación de complemento en las personas portadoras del APOE2.

Esto sugiere, como asegura la Dra. Raquel Toribio Fernández, co-primera autora del estudio, “que la modulación del sistema inmune presente en los individuos APOE2 podría estar contribuyendo a la protección frente aterosclerosis en los estadios más tempranos.

Estos resultados sugieren que conocer qué isoforma de APOE está presente en cada individuo podría mejorar la estratificación del riesgo cardiovascular, “especialmente durante las etapas iniciales del desarrollo de la enfermedad cardiovascular”, concluye la Dra. Catarina Tristão Pereira, co-primera firmante del artículo.

Las personas interesadas pueden consultar aquí el estudio «Apolipoprotein E-ε2 and Resistance to Atherosclerosis in Midlife—The PESA Observational Study» publicado en la revista Circulation Research, y