La ausencia de afecto o la distancia del entorno emocional pueden provocar sentimientos negativos y estados de tristeza en las personas mayores que viven en residencias. Por ello es importante crear un vínculo afectivo entre el residente y su cuidador, tal y como apuntan desde DomusVi.

Uno de los colectivos más vulnerables ante el sentimiento de tristeza es el de las personas mayores que no disponen de un entorno afectivo en su día a día, ya sea por el deceso de sus seres queridos o la lejanía de sus familias, lo que les genera aislamiento social. En España se estima que hay más de 2,5 millones de personas mayores de 60 años en situación de soledad no deseada. De éstas, 1,7 millones tienen más de 70 años.

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El afecto y la atención personalizada son componentes principales para ofrecer un cuidado de calidad

Como apunta Cristina Oviedo, psicóloga y coordinadora del Departamento Técnico Asistencial de DomusVi, «el aislamiento social y la pérdida de interés en actividades habituales son algunos de los síntomas más habituales de la falta de afecto». «En estas ocasiones, las personas mayores muestran dificultades para retomar la relación con otras personas. Por eso, es muy importante que el profesional preste atención a la manera que tiene el usuario de relacionarse y a las emociones que expresa», añade. «Nuestro primer desafío es lograr que dejen de necesitar tratamientos farmacológicos y mejorar su estado de ánimo, y esto requiere una atención extrema«.

Afecto y atención personalizada para un cuidado de calidad

Ante esta realidad, el afecto y la atención personalizada figuran como principales componentes de un cuidado de calidad. «El respeto, la amabilidad y el trato cercano y educado del cuidador tienen un impacto positivo en la vida diaria de la persona y crean un entorno de confianza. Este vínculo de empatía favorece la aparición de sentimientos positivos«, afirma la psicóloga y coordinadora del Departamento Técnico Asistencial de DomusVi.

De este modo, la persona percibe que está siendo cuidada de forma individualizada y personalizada, y esto hace que su autoestima aumente contribuyendo a su bienestar y estabilidad emocional, factores que pueden hacer que un estado depresivo mejore.

«La confianza que deposita el residente en la persona que lo cuida es fundamental para su bienestar, por lo que dicho vínculo forma parte del cuidado básico que reciben. El respeto, la cercanía y el trato amable van fortaleciendo esta relación día tras día», recalca Cristina Oviedo, quien recuerda que «sobre todo, la comprensión, la paciencia y una escucha activa, favorecen el desarrollo de la conexión emocional».

Además, el cuidador debe mantener una relación estrecha con las redes de apoyo sociofamiliar y tener en cuenta el entorno socioafectivo para dar respuesta a las necesidades de cada usuario de forma asertiva, así como potenciar la relación entre ambas partes. En este sentido, la comunicación, la empatía, la transparencia y la mutua confianza son herramientas indispensables.

Este nexo, más allá de reforzar el vínculo entre ambas partes, proporciona al profesional una sensación de satisfacción en el cuidado diario y pone en valor su trabajo, señalan desde DomusVi. En este sentido, la figura del cuidador es determinante para mantener el equilibrio entre el dolor y el bienestar, y mejorar la vida de las personas mayores.