Dado el aumento de la población envejecida, el perfil del paciente crónico complejo que llega al hospital es cada vez más el de personas con edades avanzadas, con mayor prevalencia de pluripatologias, con fragilidad y dependencia, y en los que el propio proceso de hospitalización puede agravar su vulnerabilidad, tal y como se expuso en la XI Reunión de Pacientes Crónicos Complejos – XV Reunión del GT Cronicidad y Pluripatología de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
De mantenerse la tendencia actual, los ingresos en los servicios de Medicina Interna (SMI) se duplicarán en 2050 respecto de 2013 (entre 2005 y 2015 se incrementaron un 53%). Esto puede provocar importantes tensiones entre la capacidad de financiación del sistema sanitario público y los factores de crecimiento del gasto sanitario (envejecimiento, innovación tecnológica, y expectativas ciudadanas) que pueden poner en riesgo la continuidad del sistema si no mejora su eficiencia, calidad y legitimación social, advierte la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
Y es que, según las estimaciones del INE, se prevé que para 2055 la población de mayores de 65 años que actualmente se sitúa en el 20,4% del total, alcance un máximo del 30,5% y se calcula que la esperanza de vida para las personas con 65 años será de 22,7 años para los hombres (3,6 años más que actualmente) y de 26,3 años para las mujeres (3,3 años más) en el año en 2073.
Actualmente, tal y como recoge el último Informe RECALMIN publicado periódicamente por la SEMI en relación a las características de los pacientes que ingresan en los SMI españoles, «el 56% de las altas corresponden a personas de más de 74 años, siendo la edad media de 72 años en varones y 76 años en mujeres. La frecuentación en los SMI es mayor cuanto mayor es el grupo de edad poblacional, multiplicándose casi por 10 la frecuentación en el grupo de edad entre 90-95 años frente al de 65-74 años».
La multimorbilidad afectan a más del 60% de las personas de 65 años o más
Como señala la Dra. Pilar Cubo, coordinadora del Grupo de Cronicidad y Pluripatología de la SEMI, «el aumento de la esperanza de vida, junto con la mejora en la atención sanitaria está asociada a un aumento de la prevalencia de patologías crónicas. El 34% de la población presenta, al menos un problema crónico, porcentaje que alcanza el 77,6% en las personas de 65 y más años, siendo las enfermedades crónicas causantes del 60% de las muertes a nivel mundial. La multimorbilidad, coexistencia de al menos de dos enfermedades crónicas, se ha definido como la ‘enfermedad crónica más común’ y su prevalencia aumenta con la edad, afectando a más del 60% de las personas de 65 años o más».
En este sentido, esta experta recalca que la «multimorbilidad tiene un impacto relevante en los resultados de los pacientes y los costes de atención médica tanto en adultos jóvenes como mayores. En comparación con aquellos con enfermedades únicas, los pacientes con multimorbilidad tienen más probabilidades de fallecer prematuramente, tener ingresos hospitalarios, peor calidad de vida y recibir múltiples medicamentos con las consiguientes dificultades de adherencia».
«Y este impacto de la multimorbilidad es considerablemente más alto de lo que se esperaría por los efectos sumados de cada patología crónica, debido a que influyen otros aspectos, como la presencia de sarcopenia, desnutrición o fragilidad, el grado de dependencia para las actividades de la vida diaria, el estado psicoafectivo o determinantes sociales y económicos», indica la coordinadora del Grupo de Cronicidad y Pluripatología de la SEMI.
El propio concepto de pluripatología, tal y como explica la Dra. Cubo, surgió de la necesidad de «un abordaje más integral a una población de personas con multimorbilidad, y de identificar a aquellos que tienen una frecuente demanda de atención en distintos niveles asistenciales, difícilmente programable, por agudizaciones y aparición de patologías interrelacionadas que agravan la situación del paciente, con un deterioro funcional progresivo y alto riesgo de caer en la cascada de la dependencia y la discapacidad».
«También en los últimos años se ha introducido el concepto de paciente crónico complejo, o pacientes con necesidades de atención complejas, que además de la complejidad clínica, incorpora otros aspectos relevantes, como determinantes socioeconómicos de la salud, la cultura, el medio ambiente, el comportamiento del paciente y el uso de servicios de salud».
En la actualidad, el 60% de los pacientes que ingresan en servicios de medicina interna españoles son crónicos complejos, y el 40% pluripatológicos, «y el perfil ha cambiado en los últimos años: Tienen más edad, más deterioro funcional, el 60% tienen un grado elevado de dependencia para las actividad de la vida diaria, y por lo tanto una elevada dependencia de la persona cuidadora, con alto riesgo de reingreso y de fallecimiento al año (44%)».
Durante la XI Reunión de Pacientes Crónicos Complejos, esta especialista de la SEMI también expuso que «la pluripatología y las necesidades complejas son fenómenos emergentes ligados al envejecimiento de la población« y que «el enfoque sanitario tradicional, basado en enfermedades, no es válido para el abordaje de las personas pluripatológicas, ya que produce un aumento de visitas a diferentes consultas, de forma no coordinada, lo que conlleva un aumento en la duplicidad de pruebas, aumento de prescripción de fármacos, con riesgo de interacciones y eventos adversos, y falta de continuidad asistencial tras un ingreso hospitalario«.
En este sentido, los nuevos modelos de atención, «con un abordaje multidimensional, liderados por médicos internistas, han mostrado mejores resultados en salud, y con una mayor optimización de los recursos sanitarios», indica la Dra. Cubo.