La prevalencia de la demencia varía mucho con la edad, estimándose que un 1% de las personas por encima de 65 años la padece, mientras que en los mayores de 85 años el porcentaje sube por encima del 20%, es decir, una de cada cinco. La causa más habitual de demencia son las enfermedades neurodegenerativas y, de ellas, la enfermedad de Alzheimer es la más frecuente: más de la mitad de las personas dependientes tiene Alzheimer.

Tal y como señala el Dr. Juan Carlos García-Moncó, especialista en Neurología de IMQ, en los últimos años, a pesar de que el esfuerzo investigador por encontrar fármacos para la enfermedad de Alzheimer «ha sido enorme», a día de hoy no existe un tratamiento que cure para la enfermedad. «En la actualidad, se emplean medicamentos que aumentan la cantidad de acetilcolina en el cerebro, un neurotransmisor implicado en la memoria».

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Se deben atender a los deseos y preferencias para ser cuidado de la persona con deterioro cognitivo a medida que avanza la enfermedad

No obstante, este experto valora la existencia de diversas líneas de investigación «muy activas y que pueden dar resultados prometedores en un futuro próximo». Estas líneas de investigación incluyen «el tratamiento de la inflamación que ocurre en la enfermedad de Alzheimer y la eliminación del depósito de proteína amiloidea del cerebro mediante anticuerpos monoclonales. Entre estos últimos, recientemente se ha ensayado el aducanumab; queda por definir el tipo de pacientes a los que podría ser beneficioso».

Otros fármacos en fase de investigación «van dirigidos a bloquear la producción del amiloide (inhibidores de la secretasa). Otras líneas van dirigidas a evitar la agregación de otra proteína, denominada tau, la cual también parece tener un papel en la enfermedad», apunta el Dr. García-Moncó.

Además de estas líneas de investigación, que tiene como objetivo de la consecución de fármacos eficaces frente a la enfermedad de Alzheimer, «existen estrategias para ralentizar el avance de la patología en los pacientes. Así, el control de los factores de riesgo vascular, particularmente la hipertensión, es fundamental y contribuye a enlentecer el avance de la enfermedad. Es importante, además, que los pacientes se mantengan activos física (caminar a diario) y mentalmente, lleven una dieta sana mediterránea, eviten el alcohol, y mantengan el mayor nivel de socialización posible», señala el neurólogo de IMQ.

Síntomas psicológicos y conductuales en la persona con demencia

Por otra parte, la Dra. Naiara Fernández, especialista en Geriatría y directora Asistencial del grupo sociosanitario IMQ Igurco, destaca que, «con frecuencia, los pacientes mayores precisan, durante su enfermedad, de otros tratamientos para controlar el nerviosismo excesivo, la agitación o para regular el sueño. Estos síntomas psicológicos y conductuales son a menudo muy disruptivos en el entorno familiar de la persona con demencia, por lo que su adecuado abordaje facilita la prestación de cuidados en el hogar por parte de familiares, retrasando la necesidad de institucionalización. Es éste un recurso orientado para pacientes que precisan de una elevada tecnificación de los cuidados, debida a la existencia, entre otros, de incontinencia, úlceras por presión, disfagia, limitación completa de la movilidad, trastorno conductual de difícil control, caídas de repetición, etcétera».

Además, atender a los deseos y preferencias para ser cuidado de la persona con deterioro cognitivo a medida que avanza la enfermedad «debe ser una prioridad para los profesionales, por lo que explorar estos aspectos a lo largo del devenir de la enfermedad garantiza que la persona sea tratada según sus deseos y expectativas, incluso cuando ya no pueda manifestarse verbalmente y sea preciso contar con un representante, nunca sustituto, para la toma de decisiones», recalca la Dra. Fernández.

Para garantizar el bienestar del paciente con Alzheimer la a geriatra de IMQ Igurco recalca también la necesidad de valorar la adaptación de la textura de la dieta debido a la aparición de problemas de deglución (disfagia), «pero deberemos mantener el aporte de nutrientes, siendo de vital importancia garantizar la ingesta de proteínas (1,3 g de proteína por kg de peso al día)».