Un artículo de DomusVi
Cuidar de la salud mental de las personas es una cuestión de máxima prioridad, indistintamente de la edad que tengan. Sin embargo, situaciones tan habituales como la pérdida o el distanciamiento de familiares y amigos, los cambios de rutina que supone entrar en la etapa de jubilación o la frustración general que provoca el deterioro de ciertas habilidades físicas y mentales, entre otros aspectos, son una realidad que impacta de forma directa en el estado de salud mental de las personas mayores.
El bienestar psicológico del colectivo sénior, además de verse influido por los aspectos inherentes a la edad ya mencionados, también se ve gravemente afectado por otra cuestión: el edadismo, un concepto que se atribuye a actitudes discriminatorias por motivos de edad. Así, los estereotipos sociales que se han construido alrededor de las personas mayores provocan situaciones de discriminación y marginación social que suelen desencadenar en problemas de ansiedad, estrés o depresión.
Desde DomusVi, donde velamos por el bienestar de las personas mayores en un entorno social activo, podemos afirmar que el edadismo y la sobreprotección generalizada que se ejerce sobre estas personas tiene un impacto directo en su calidad de vida.
Por eso, los profesionales de DomusVi no solo ofrecen una atención personalizada donde la comunicación y la empatía siempre están presentes, sino también involucran a la familia del residente, fomentan un entorno seguro y pautado, proporcionan una estimulación física y mental, pero, sobre todo, promueven el respeto a la dignidad y la autonomía, orientando el cuidado a las necesidades de cada persona e involucrándola en la toma decisiones para que pueda mantener el control sobre su vida.
Edadismo, soledad y cuadros depresivos
Frases tan típicas como “no hagas esto que te vas a caer” o “no tomes esto que te va a sentar mal” son un gran ejemplo de acciones cotidianas y aceptadas socialmente que no dejan de fomentar el edadismo y que, día a día, influyen en el estado emocional de las personas.
Pero no solo el edadismo impacta en la salud mental de las personas mayores, sino que diferentes estudios indican que la soledad, especialmente la no deseada, también tiene una gran incidencia y, en este sentido, las personas mayores son más vulnerables ya que a menudo pasan más tiempo solas y esto provoca una falta de socialización, despersonalización, distanciamiento…
Como resultado, en el transcurso de los últimos años, hemos venido observando un aumento del consumo de fármacos psiquiátricos en los planes farmacológicos de los nuevos ingresos. Concretamente, 7 de cada 10 personas mayores toman antidepresivos en el momento de ingresar en nuestras residencias, cifra que representa un incremento del 30% en los últimos 5 años.
No obstante, esta tendencia al alza en el consumo de antidepresivos plantea una reflexión importante que debemos hacer tanto a nivel profesional como social: ¿cuáles son las herramientas y estrategias que debemos adoptar para la detección temprana y la mejora de la salud mental de las personas mayores y, en concreto, de los residentes de los distintos centros de DomusVi?
Sin lugar a duda, nuestra estrategia se basa en contribuir y ser un agente activo en la lucha contra el edadismo, concienciando sobre sus efectos y trabajando para su erradicación. En este sentido, aplicamos un enfoque biopsicosocial y defendemos estrategias que priorizan el cuidado médico para fomentar la detección precoz de enfermedades mentales; apostamos por el apoyo psicológico y el asesoramiento profesional para terapias específicas; impulsamos el apoyo social y comunitario, fomentando actividades para socializar y prevenir el aislamiento, y promovemos un estilo de vida saludable entre todos nuestros residentes.
Sirva como ejemplo: la participación de las personas residentes en eventos sociales o actividades externas a la residencia; así como, su inclusión en la toma de decisiones y planificación de actividades, potenciando sus habilidades y su empoderamiento; o nuestra firme apuesta por entender la tecnología como un aliado que ayuda tanto a residentes como a profesionales y familiares.
Todas estas iniciativas se llevan a cabo con el objetivo de mejorar el estado de bienestar de las personas mayores, pero, en el marco general, se trata de una forma de trabajar que refuerza el compromiso por construir una sociedad y un tejido profesional consciente de la importancia de proteger la salud física y emocional de las personas mayores.
La pirámide generacional invertida, una señal de alerta
En España más de 2 millones de personas mayores de 65 años viven en soledad. Ellas constituyen casi la mitad de los 4,7 millones de hogares unipersonales del país, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Y se trata de una cifra que se espera que vaya a más en la medida en que el índice de envejecimiento de la población vaya creciendo.
Por consecuencia, en los próximos años tendremos una gran cantidad de personas mayores con más autonomía y esperanza de vida, que deberán recibir cuidados a la medida de sus necesidades para seguir siendo protagonistas, e incluso decisores, en sus núcleos sociales. Unos séniors activos y conscientes de que la suya es una edad que brinda muchas posibilidades y espacios para seguir desarrollándose.
Ante este hecho innegable, nuestra cultura del cuidado deberá seguir yendo en la dirección expuesta y siendo un elemento clave para combatir esa discriminación.
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