geriatricarea Carina Cinalli

Un artículo de Carina Cinalli,
Psicóloga Sanitaria,
Vicepresidenta de la Asociación Española de Psicogerontología

Artículo extraído de la comunicación presentada en la XXVII Jornada-Encuentro de Logoterapia realizado en Madrid en Octubre de 2023 y organizado por la Asociación Española de Logoterapia.

La vejez, como etapa del desarrollo humano, es también una oportunidad de desarrollo, crecimiento personal y plenitud existencial. El bienestar está ligado a la optimización de oportunidades de percibir que se está a gusto con la propia vida, con la capacidad de adaptación a las situaciones cambiantes que se van presentado en función de un proyecto vital orientado a la búsqueda y realización de sentido a pesar de los condicionantes.

Frankl dice que el preocuparse por hallar un sentido a la existencia es una realidad primaria , “la característica más original y primaria del ser humano, lo que nosotros llamaríamos un constituyente de la existencia humana” (Frankl, 1965, p.93). El sentido traduce en la experiencia de encontrar por y para qué existir ante las diferentes situaciones específicas o generales de la vida otorgando coherencia e identidad personal aún en situaciones de adversidad y sufrimiento inevitable. (Frankl, 2008).

geriatricarea vejez
La vejez es una etapa de la vida plagada de posibilidades de encontrar sentido

¿Qué sucede en la vejez con esta preocupación existencial? Según se avanza en el curso de la vida y se van sucediendo situaciones de pérdida ¿pierde fuerza esta motivación primaria del ser humano?

La vejez es un momento propicio para la expresión de los recursos existenciales que son propias de la dimensión espiritual de la persona. Esto recursos (autodistanciamiento y autotrascendencia) permiten a la persona descubrir sentido en las diferentes situaciones del día a día. La posibilidad de que estos recursos puedan aumentar su expresión en la vejez se debe, entre otras cosas, al aumento de la sabiduría como esa capacidad reflexiva e integradora de la experiencia de vida, y al aumento de la generatividad como el interés de dejar un legado simbólico.

Elizabeth Lukas lo expresa de la siguiente manera: “anclada en lo más hondo de la persona, la voluntad de sentido tampoco se desvanece en la vejez, sino que estimula hasta el final la búsqueda de las últimas oportunidades, reducidas pero todavía existentes, de experimentar la belleza, hacer el bien y ser útil”.

Esta afirmación nos lleva a pensar que la vejez es una etapa de la vida plagada de posibilidades de encontrar sentido.

No obstante debemos considerar que existen muchas formas de experimentar la vejez y que por la conjunción de diferentes factores muchas veces esta posibilidad de aprovechar las oportunidades disponibles de experimentar sentido se ve restringida. En muchos casos aparece el vacío existencial como forma de estar en el mundo.

Es importante aclarar que una crisis de sentido puede ser el punto de inicio para el despliegue de los recursos existenciales, pero si esta crisis se cronifica nos podemos encontrar con una desconexión con la vida, los valores y el sentido.

Algunos de los factores que puede propiciar una crisis de sentido en la vejez son las disrupciones biográficas. Este es un concepto que proviene de la sociología médica y que se utilizó en un principio para hacer referencia al impacto de una enfermedad crónica en la vida de una persona.

Bury (1982) identificó tres aspectos de la disrupción biográfica:

  • Produce una perturbación en el cuerpo, en los roles sociales y en el mundo relacional de la persona.
  • Conmociona la identidad hasta el punto que es necesario un replanteo biográfico.
  • Enfrenta a la persona con la necesidad de movilizar recursos de afrontamiento.

El concepto de disrupción biográfica nos puede ayudar a comprender como muchas personas mayores experimentan sucesos vitales que ponen de relieve la vulnerabilidad, la fragilidad y la finitud. Si bien estas tres características son propias de la existencia humana y por lo tanto están presentas en el curso de la vida, ante la aparición de estas disrupciones adquieren otra magnitud.

Algunas de las disrupciones biográficas normativas son: pérdida de seres queridos (generalmente el cónyuge), enfermedad de un familiar que requiere cuidados, cambios en la condición de salud (aparición de enfermedades que conllevan dolor crónico), cambios en el contexto familiar (nido vacío), ingreso en un centro residencial, jubilación, etc.

Otro aspecto a tener en cuenta es que la ocurrencia de estas disrupciones biográficas se dan en un escenario complejo marcado por al memos tres factores:

  • Los efectos de la pandemia por Covid-19 que aún perduran.
  • Las expectativas e ideales presentes en el imaginario social. Bruckman (2008) habla de la euforia perpetua para hacer referencia a esta tendencia que se observa en la sociedad actual de querer vivir de espaldas al sufrimiento. Positividad tóxica, exaltación de la juventud y la belleza, la ilusión de control, etc., son otras formas de nombrar este fenómeno que puede acarrear en la persona mayor dificultades para aceptar la vida en tanto tiempo existencial en el cual se suceden acontecimientos alegres y tristes, ganancias y pérdidas irremediables, nacimiento y muerte.
  • El cambio en la perspectiva de la línea del tiempo. En la vejez el pasado está formado por mucho bagaje de experiencias vividas y el futuro aparece mas restringido, son más los años vividos que los que quedan por vivir.

Hemos dicho que si la crisis existencial no se resuelve positivamente la persona puede experimentar vacío existencial. Algunas de sus manifestaciones pueden ser: aburrimiento, tedio, desesperanza, sensación de inutilidad, indiferencia, conformismo o aceptación pasiva de las diversas situaciones que se presentan, cansancio vital, repliegue sobre sí mismo y desvinculación de los otros y del mundo, suicidio, exceso de actividades (hacer por hacer), ausencia o dificultad en construir un proyecto vital, etc.

En algunos casos este vacío existencial coexiste con algún cuadro psicopatológico, pero en muchas ocasiones se trata de un sufrimiento que se instala en la persona ante la imposibilidad de conectarse con el sentido a partir de situaciones dolorosas.

¿Cómo movilizar la voluntad de sentido desde la intervención psicológica? ¿Cómo ayudar a los mayores que experimentan esta vivencia de vacío para que para que puedan dar una respuesta existencial positiva a los desafíos de la vida, a las disrupciones biográficas?

La Logoterapia como intervención terapéutica centrada en el sentido aprovecha la dimensión espiritual y los recursos existenciales para ayudar a la persona a hacer uso del margen de libertad existente para tomar posición ante los condicionantes que forman parte de la vida.

A través de diferentes herramientas y fundamentalmente a partir de su concepción antropológica de la persona, la Logoterapia ayuda a descubrir opciones y encontrar sentido a través de las tres categorías de valores: vivenciales (lo que recibimos del mundo: el amor, la belleza, etc.), creativos (las huellas que dejamos en el mundo), y de actitud (la posición que elegimos ante lo inevitable e irreversible). Por tanto, este modelo de intervención psicológica tiene un gran potencial para promover una vejez con sentido.

Referencias:

Bruckman, P. (2008). La euforia perpetua. México: Conaculta

Bury M.(1982). Chronic illness as biographical disruption. Sociology of Health and Illness, 4(2), 167-182.

Frankl, V. (1965). La Idea Psicológica del Hombre. Madrid: Rialp

Frankl, V. (2008). La voluntad de sentido. Conferencias escogidas de Logoterapia. Barcelona: Herder

Lukas, E. (2004). Equilibrio y curación a través de la Logoterapia. Barcelona: Paidós Ibérica (p.16)