Un artículo de la Dra. Blanca Ugarte,
psiquiatra del Centro Médico IMQ Amárica, de Vitoria-Gasteiz
La depresión es la primera causa de discapacidad derivada de problemas de salud mental. Además, es un 50% más frecuente entre las mujeres que entre los hombres.
La depresión, o trastorno depresivo mayor, es una enfermedad común y grave que afecta negativamente la manera de sentir, pensar y actuar de quien la padece. Representa una de las patologías más frecuentes en psiquiatría y constituye la primera causa de discapacidad derivada de problemas de salud mental.
Se estima que el 5,7% de las personas mayores de 60 años la padece, bajando este dato al 5% en el caso de las personas adultas y al 3,8% de la población en general. Además, es un 50% más frecuente entre las mujeres que entre los hombres.

Factores que influyen
La aparición del trastorno puede depender de factores sociales, psicológicos o biológicos, si bien algunas personas pueden deprimirse sin razón aparente y en la senectud, los cambios vitales de esta etapa pueden incrementar el riesgo de sufrirla.
Está demostrado que las afecciones de salud, la genética, el estrés, la falta de actividad física, el aislamiento social y la soledad pueden influir en el desarrollo de esta enfermedad, siendo imprescindible estar atentos para identificar si existe un problema de salud mental en personas cercanas, especialmente en edad avanzada.
En el caso de las personas mayores, la mudanza del hogar para trasladarse a una residencia, la distancia con los hijos, el fallecimiento del cónyuge o de amigos, la pérdida de la independencia y la falta de autonomía son algunas causas que pueden empeorar o contribuir a la aparición de la depresión.
Estar triste no es estar deprimido
Es conveniente, no obstante, tener presente la diferencia entre estar triste y tener depresión clínica. La tristeza es un sentimiento frecuente en el ser humano, una respuesta natural y momentánea ante situaciones negativas que tiene una función adaptativa y funcional. Sin embargo, la depresión es un trastorno del estado de ánimo que lleva a la persona que lo padece a una situación de malestar profundo.
Síntomas
Algunos de los síntomas más habituales de esta patología son la experimentación de sentimientos de tristeza, irritabilidad y vacío gran parte del día; la pérdida de interés y la incapacidad de disfrutar de actividades que antes gustaban (anhedonia); la baja autoestima o un sentimiento de culpa desmesurado; la falta de esperanza acerca del futuro; los pensamientos recurrentes de muerte o suicidio; la disminución de la capacidad de concentración; las alteraciones del sueño (insomnio o por el contrario, un sueño excesivo); fatiga o agitación; cambios en el apetito y pérdida o aumento de peso importantes.
Las manifestaciones anteriores pueden provocar dificultades en la vida de quienes las padecen, no solo a nivel individual, sino también en el plano laboral, académico, familiar y social. Sin embargo, no todas las depresiones son iguales. Dependiendo de la severidad de los síntomas y de la forma en la que afectan el funcionamiento habitual de una persona, los episodios depresivos pueden clasificarse en leves, moderados o graves.
Prevención
Aunque en muchos de los casos de depresión, ésta no se puede prevenir, ciertos cambios en el estilo de vida sí pueden resultar beneficiosos a largo plazo. Por eso, es recomendable, realizar actividad física de forma regular, llevar una dieta equilibrada, respetar los horarios de sueño, participar en actividades que disfrutemos y mantener contacto habitual con familiares y amigos.
Diagnóstico y tratamiento
Es especialmente importante identificar precozmente los signos de alarma que puedan indicar el padecimiento de una patología mental de este u otro tipo en personas cercanas. Una intervención psicológica temprana, adaptada a las necesidades del paciente, puede ser el primer paso contra la depresión. Cuanto antes se empiece el tratamiento, más rápida y favorable será la evolución de la enfermedad.
La psicoterapia ofrece, a este respecto, apoyo emocional y seguridad al paciente y le enseña a pensar de forma diferente, a gestionar las situaciones y a relacionarse con los demás. En caso de que el profesional a cargo lo estime necesario, o bien debido a la persistencia o gravedad de los síntomas, puede que sea necesario, además, acudir al psiquiatra, para valorar la toma de psicofármacos que ayuden a sobrellevar los síntomas.
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