/p>>Un artículo de Imma Playà
Directora de la Fundació Agrupació

Se conoce con el nombre de estereotipo a la percepción exagerada y con pocos detalles, simplificada, que se tiene sobre una persona o grupo de personas que comparten ciertas características.
Los estereotipos sociales conllevan a la categorización social, se priman los comportamientos grupales por encima de los individuales. La uniformidad conlleva una pérdida de las diferentes realidades y personalidades. Los estereotipos son un corsé que obliga al anonimato de los protagonistas, la persona deja de ser sujeto activo y se convierte en un complemento supeditado a la categoría, al «cajón» que le han adjudicado.

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La edad cronológica y la edad biológica, la determina nuestro estado de salud, no siempre coinciden

La educación, la cultura, los modelos sociales y la historia están en los orígenes de la creación de estos estereotipos. Su influencia es decisiva y evoluciona con el paso del tiempo, algunos pueden desaparecer y nacer otros. Encontramos estereotipos vinculados a la raza, religión, política, género, sexo, edad. Voy a centrarme en los estereotipos relacionados con la edad.
En nuestra cultura occidental a la vejez se le asocian muchos estereotipos sociales, no sucede lo mismo en la cultura africana o asiática, donde la persona mayor tiene un reconocimiento y respeto por parte de la comunidad.
Los principales prejuicios que se relacionan con la vejez son: enfermo, dependiente, generador de gasto público en sanidad y servicios sociales, analfabeto digital, triste, decadente. Tampoco ayuda la imagen que nos transmiten los medios de comunicación donde únicamente se ensalza la juventud y nos dan consejos de como poder prolongar esta etapa dorada. La publicidad no suele ofrecer imágenes de personas mayores y cuando lo hace están siempre relacionadas con productos de carácter sanitario.
Vivimos una auténtica contradicción, por un lado hay satisfacción por el incremento de la esperanza de vida, nos llenamos la boca del éxito que supone que las personas puedan vivir más, y se activan programas de prevención para retardar la discapacidad en el último tramo del ciclo vital. Una cosa es hablar desde la generalidad y otra es pensar en las personas viejas, cuando la vejez se personaliza tendemos a disfrazarla, ocultarla porque todos queremos llegar, pero siendo siempre «jóvenes».
El Edadismo es como se conoce a la discriminación de las personas en relación a su edad cronológica, la que está marcada por nuestra fecha de nacimiento. Sin embargo, hay que tener en cuenta que tenemos otra edad, que es la biológica, que la determina nuestro estado de salud, las dos edades no siempre coinciden. Como recoge el refranero popular: “Joven es quien está sano, aunque tenga ochenta años; y viejo y doliente, aunque tenga veinte”.
¿Cómo evolucionará el estereotipo social de la vejez?, ¿Continuará la discriminación, el edadismo? ¿Los medios de comunicación continuarán obviando a las personas mayores? Puede haber cambios en función de la evolución demográfica y del peso que tendrán en la estructura piramidal de la población. El mercado se orientará también a dar respuesta a este colectivo tan numeroso.
Hemos de tener presente que como dice el refranero “la juventud es el único defecto que se cura con la edad”.