Un artículo de Lucía Pardo Ramilo
Psicóloga Sanitaria especializada en el ámbito del envejecimiento

La autonomía personal o independencia se refiere a la mayor o menor capacidad para llevar a cabo lo que se denominan las Actividades de la Vida Diaria. Estas últimas se diferencian en tres tipos, según el grado de dificultad que requieran para desempeñarlas: Básicas (ABVD), Instrumentales (AIVD) y Avanzadas (AAVD).
Existen diferentes instrumentos que evalúan nuestro grado de desempeño en cada uno de estos tipos de Actividades de la Vida Diaria. Pero, ¿cómo podemos reflejar esta capacidad? En el ámbito de la gerontología se realiza esta evaluación para conocer el grado de independencia o dependencia de la persona mayor y estimar, así, cuánta ayuda necesita por nuestra parte. Pero aquí surge la duda: ¿hasta qué punto la persona puede desenvolver al máximo su capacidad?

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Cuando nos encontramos ante una persona mayor, y más aún si presenta alguna patología, podemos pecar de desplegar nuestras actitudes paternalistas

 
Cuando nos encontramos ante una persona mayor, y más aún si presenta alguna patología, podemos pecar de desplegar nuestras actitudes paternalistas, ejerciendo un papel protector sobre ella. Dentro de estas actitudes, entraría la de “hacer por” la persona mayor, en lugar de “dejarla hacer”. Seguro que si te relacionas con alguna persona mayor has oído a alguien (o quizá a ti mismo) decirle: “deja, no te preocupes, ya lo hago yo”, “no te levantes, no te vayas a caer”, etc.
Concebimos la autonomía como el grado en que una persona se puede desenvolver por sí misma, pero siempre y cuando la dejemos explotar su capacidad al máximo. Y actuar de la forma descrita no favorece su independencia, sino todo lo contrario, la hace más dependiente.
En el caso de personas mayores sanas, sin deterioro cognitivo ni alguna otra patología, debemos dejarlas desenvolverse por sí mismas, continuar haciendo las actividades en su vida diaria como lo habían realizado hasta entonces.
¿Qué ocurre en el caso de las personas mayores con deterioro cognitivo o con alguna patología establecida?
En este caso, debemos dejar hacer hasta donde consideremos que la persona tiene capacidad. Pero, ¿cómo lo hacemos? Aquí se plantean algunos consejos.

  • Deja que la persona mayor lo haga por sí misma
    Quizá necesite más tiempo para realizar determinadas tareas, pero debe continuar haciéndolas mientras tenga capacidad. Por ejemplo, si tarda más en atarse los zapatos, pero puede hacerlo, simplemente debemos darle tiempo y espacio.
  • Proporciónale apoyo
    Facilita el mínimo apoyo posible a la persona mayor y, en caso de que presente deterioro cognitivo, pon a su alcance solamente aquél material que vaya a necesitar. Es decir, reduce su confusión ofreciéndole lo estrictamente necesario para realizar la tarea. Por ejemplo, para comer una sopa, déjale cerca del plato únicamente una cuchara del lado de su mano dominante, facilitando que inicie el movimiento para comer (se debe evitar, por tanta, colocar otros cubiertos al mismo tiempo, así como otros utensilios que no vaya a necesitar).
  • Ofrécele guía verbal
    Si la persona físicamente puede desempeñar la tarea, pero cognitivamente le genera cierta confusión, podemos guiarle con instrucciones verbales simples, sin necesidad de involucrarnos en la actividad. De esta forma, puede continuar desempeñándola por ella misma, aunque con cierta ayuda externa.
  • Refuérzala al terminar
  • Siempre que la persona finalice la tarea, dale tu refuerzo verbal, haciendo hincapié en los aspectos positivos de su ejecución.

Estos consejos nos pueden ayudar a que las personas mayores con deterioro cognitivo u otras patologías, que se pueden ver limitadas en el desempeño de las Actividades de la Vida Diaria, logren desenvolver al máximo su autonomía, fomentado así su bienestar y calidad de vida, previniendo un incremento de su dependencia.

Sobre la autora: Lucía Pardo Ramilo geriatricarea Lucía Pardo Ramilo

Lucía Pardo Ramilo es Psicóloga Sanitaria, colegiada M-32383 y especializada en el ámbito del envejecimiento a través del Máster en Psicogerontología. Es vocal de la Asociación Española de Psicogerontología – AEPG y desempeña su labor como psicogerontóloga en un centro de atención a mayores.

Es autora del blog www.sumandocanas.blogspot.com, una plataforma mediante la cual difunde su entusiasmo por los temas relacionados con la psicología y el envejecimiento, a través de post enfocados a la psicología en general, a la psicogerontología y a la práctica profesional.