No nos hemos terminado de creer que la soledad mata, pero lo cierto es que lo hace más que el tabaquismo”. Esta ha sido una de las frases escuchadas durante la jornada #SoledadySalud, celebrada por Médicos del Mundo y Fundación La Caixa. A juicio de los expertos reunidos en este foro, la soledad no deseada es la pandemia del siglo XXI y son necesarias políticas de actuación ya para combatirla y evitar sus consecuencias.

La jornada sobre aislamiento social y salud #SoledadySalud, organizada por Médicos del Mundo y Fundación La Caixa, puso en punto de atención en la necesidad de combatir la soledad no deseada. La frase “no nos hemos terminado de creer que la soledad mata, pero lo cierto es que lo hace más que el tabaquismo”, del director científico del programa de mayores de La Caixa, Javier Yanguas, resume todo.

Y es que la soledad es un riesgo grave para la salud, agravado por la pandemia. «La defensa ante la soledad no es tanto el número de relaciones, sino la cercanía emocional y la posibilidad de tener apoyo. Pero sufrimos un empobrecimiento de la calidad de las relaciones sociales«, advirtió Yanguas, reflexionando sobre el hecho de que el 48% de mayores en riesgo de soledad lo está por la quiebra de su red de amistades. “Hay que trabajar para fortalecer el compromiso con los demás, con el bien común, porque la soledad tiene que ver también con la ética de las sociedades», señaló del director científico del programa de mayores de La Caixa.

En España hay 5 millones de personas que viven solas, siendo el 40% mayores de 65 años

Por su parte, Ignacio Álvarez, Secretario de Estado de Derechos Sociales, definió la soledad no deseada como la pandemia del siglo XXI. “Combatirla ha de ser una prioridad política”, recalcó. En España hay 5 millones de personas que viven solas, según el CIS, en torno al 40% mayores de 65 años. En una década, esta cifra aumentará en un millón. “Esto no es un reto de futuro, sino una realidad que la agenda política tiene que contemplar. Por eso hemos puesto en marcha un plan de choque de la dependencia dotado con 600 millones de euros”, indicó el Secretario de Estado.

Hemos detectado que la pobreza y la exclusión social son factores claves en el aislamiento social”, denunció Nieves Turienzo, médica experta en gerontología y presidenta de Médicos del Mundo, durante su intervención en la jornada #SoledadySalud, reclamando una estrategia nacional de lucha contra la soledad no deseada de las personas mayores, de acuerdo con las comunidades autónomas, las entidades locales y con la participación del Tercer Sector.

Un modelo de residencias más pequeñas y humanizadas

Como expuso la presidenta de Médicos del Mundo recientemente en el Congreso de los Diputados, la pandemia debería servir para transformar el actual modelo residencial, virando hacia un modelo de residencias más pequeñas y humanizadas. “Se debe establecer un sistema de cuidados de larga duración centrado en las necesidades de las personas, integrando los cuidados familiares y profesionales y dando prioridad a la atención domiciliaria”, defendió Turienzo, quien advirtió, además, de la precariedad y los bajos salarios en el sector de los cuidados. En estos momentos, 320.000 personas trabajan en España en residencias de mayores, un sector feminizado (83% de mujeres) y privatizado (80% de residencias privadas), lo que lleva a ratios de atención inadecuados.

Por su parte, Miguel Pérez-Lozao, responsable de innovación de Médicos del Mundo, hico hincapie en que “ha habido discriminación por edad cuando se ha elegido a quién se le daba opciones para vivir y a quien no. Además, el retraso en la reapertura de los centros de día ha sido discriminatorio e inaceptable”. Y Antonio González, director de Impact Hub Madrid, criticó la valoración social relacionada con lo laboral que impera en nuestra sociedad. “Cuando dejas de trabajar, eres no productivo y subsidiario. Los mayores son vistos solo como receptores de cuidados y no como aportadores de conocimiento”, afirmó.

González mencionó iniciativas para la revalorización de la ancianidad, como “60 y mucho +”, e iniciativas de apoyo en el mundo rural, como La Exclusiva en Soria. Y es que un ángulo específico es la soledad en la España vaciada, donde se ha detectado una tendencia a la medicalización por una infradotación de recursos en la medicina rural. “Sin una atención primaria fuerte en el ámbito rural no es posible afrontar ningún aspecto relativo a la soledad y el aislamiento social”, advierte el director de Impact Hub Madrid.

Médicos del Mundo ayuda a colectivos especialmente vulnerables

Hasta la llegada de la pandemia Médicos del Mundo nunca antes había trabajado con mayores. Pero durante 2020 y 2021 la ONG  humanitaria ha intervenido en unas 40 residencias de mayores de las dos Castillas, organizando sus espacios para prevenir contagios de Covid. También ha impartido formación a 1.300 trabajadores de estos centros y entrevistado a muchos de sus residentes, puesto que son el colectivo que se ha llevado la peor parte en la crisis, sufriendo especialmente desde la falta de recursos de atención inicial a la reclusión posterior, mucho mayor que el resto de la población.

Por otro lado, ha puesto en marcha un proyecto piloto en Sevilla, que ha atendido a 60 mujeres mayores, en las que se unían los problemas de pobreza y soledad. Con ellas se han promovido hábitos de vida saludable (nutrición, ejercicio físico), se les ha facilitado apoyo emocional y ayuda para realizar trámites en servicios sociales. Como Mª Jesús, de 86 años, viuda que vive sola en un piso sin ascensor en la barriada de Tres Barrios, a quien Médicos del Mundo hace la compra semanal y acompaña al hospital, además de dar seguimiento a sus enfermedades crónicas. Un programa similar se ha iniciado en Extremadura.

Tal y como se indica desde esta ONG, se trata de personas especialmente vulnerables que a menudo viven en entornos poco seguros, que han derivado en la ruptura de relaciones de confianza en la vecindad. Son personas que afrontan barreras difíciles de superar a su edad, porque viven en pisos sin ascensor, con baños no adaptados, con zonas comunes deterioradas, que afectan de forma más intensa cuando existen situaciones de discapacidad física o de dependencia.